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LA MEJOR
DE MIS HISTORIAS

Introducción:
Rocío Durán-Barba

    LA MEJOR DE MIS HISTORIAS

    Rocío Durán-Barba

     Resistir no será la más original de mis obras. Será la mejor de mis historias. Historia de ímpetu insaciable con el fin de crear-desafiar-persistir. Pelear a brazo partido con las barreras. Defender fielmente las ideas. Dejar asombrada a la imposibilidad, cuando esta ve el poco efecto que nos causa. Afirmar que la vida vale por el uso que de ella hacemos, por las obras que realizamos.

    Este proyecto se originó en una hora estampada de recuerdos. Latinoamérica ondulaba. Su Historia se levantaba. La claridad de sus albores emblanquecía el paisaje. Algún duende animaba el universo de sus leyendas. Y un lejano rumor andino invitaba a meditar sobre el mundo, el sentido de la vida y el presente.

    Fue entonces cuando me di cita con el ayer-ahora. Con un conjunto de países que pueden comunicarse. Contemplarse. Compartir… Me di cita con múltiples voces emparentadas-distintas. Voces sonoras. Vehementes. De acento grave. A veces trágico. A menudo entremezcladas al vaivén de tangos y boleros… a una eterna salsa…

    Un día, en el curso de una sesión del Comité del PEN Francia –que se fundó como círculo de “poetas, ensayistas, novelistas”– presenté el proyecto: “una antología poética dedicada a los centros PEN latinoamericanos”. Mas la idea hubiese quedado en el aire si el presidente del Club no la hubiese encontrado pertinente y aprobado. En realidad, se trataba de una iniciativa susceptible de acercar al PEN Francia de los centros PEN latinoamericanos.

    Así se dio curso a este capítulo inédito. Y, como si fuese un navío, lo lancé al mar. Contra viento y marea. Como si se tratase de un sueño. De aquellos que parecen absurdos. Descarriados. Improbables. Pero que se tornan en inevitables cuando vamos tras ellos con fe. Y los llevamos adelante como compromiso.

     

    En un primer momento, pocos le acordaron credibilidad. Fue visto, más bien, como una locura, trabajo desmedido… de imposible realización. No había dinero… Pero yo podía apoyarme en la Fundación Cultural que dirijo –Fundación con base en Ecuador, dedicada a la difusión de la cultura ecuatoriana e hispanoamericana, sin fines de lucro; y que cuenta, ante todo, con un tesoro: miembros de alma decidida, apasionada.

    Por mi parte, era consciente de la envergadura del proyecto, del trabajo que implicaba. Sabía que me encontraría en un hilo de soledad. En equilibrio-desequilibrio. Rodeada de preguntas multiplicadas-repetitivas-azarosas. Pero mi decisión fue vertical: ¡Realizarlo! Resistir.

    Enseguida redacté una carta:

    “En el mundo actual, la literatura no puede ser herencia exclusiva de una élite, un pueblo o modas, sin ahogarse en los muros interiores de un país. Nuestra época llama a la apertura, la colaboración, al entendimiento entre escritores de las más distintas nacionalidades. La grandeza literaria de Francia, centro histórico de las letras, debe tornarse hoy, más que nunca, hacia la apertura al mundo.

    Siguiendo esta idea, el PEN Club Francia invita a los centros PEN latinoamericanos a participar en una antología poética en torno a uno de sus lemas: resistir.” 

    En América Latina la noticia redundó en una ola de entusiasmo. De euforia. ¡El proyecto abría las puertas de Francia, en nuestros días, a poetas latinoamericanos contemporáneos! Tal reacción me impulsó a perseverar. A esperar que este libro permitiera reforzar los lazos entre el PEN Francia y los centros PEN latinoamericanos. Que llegara a ser una vitrina internacional para la poesía latinoamericana. Entonces, debía encaminarme con paso decidido. Gesticular y trabajar como un ser salido de un cuadro de Orozco, con fuerza y delirio. De aquellos que pueden quedar incomprendidos hasta siempre.

    Catorce centros PEN no tardaron en convocar a sus miembros –y cada uno escogió diez poetas, en vida, representativos de sus países–. Su colaboración fue generosa y eficaz. Como fue, más tarde, la de catorce miembros, entre los más destacados del PEN Francia, para redactar un prefacio dedicado a cada uno de los países participantes.

    El proyecto redundó, sin duda, en dar valor a la poesía latino-americana. A la poesía actual. Poesía viva. Aquella que transmite el verbo. Amalgama soledad y fraternidad. Expresa nuestro mundo con la fuerza única que posee. Aquella que es río. Corriente-contracorriente. Visión que permite tomar distancia de la realidad para tomar conciencia de que existe otra. Capaz de ubicarse fuera de todos los paisajes. Atravesar nuestras almas sin tiempo ni límites. Renovar la voz del silencio. De la errancia. De la esperanza. Capaz de traer las huellas del ayer para erigir un mañana. Crear un instante. Una imagen. Recuperar un fulgor.

    Dar eco, en Francia, a la poesía de los autores seleccionados por los centros PEN, implicaba contar con un equipo de traductores de primera categoría. Felizmente, algunos profesionales reconocidos no tardaron en ofrecer su apoyo voluntario con gran generosidad. Y poner al servicio de la obra su competencia lingüística y literaria.

    Es así como este libro logra hacer desfilar, al unísono y en dos lenguas, un conjunto espectacular de poemas latinoamericanos. Poemas llenos de sucesos-avideces-dichas-dolencias. Desbordando emociones. Poemas erigidos sobre las páginas más significativas de la reciente historia del continente. Listos a reinventar la visión del mundo. Hacer ver lo que no está aquí ni allá. Lo imperceptible. Rastros. Presentimientos. Capaces de hacer oír lo que no se escucha. El instante. El dejo de tambores. El rumor de lenguas nativas… Poemas que sorprenden sobrevolando México hasta el Cabo de Hornos. Lanzados a los cuatro vientos. Vientos de sangre y vino. Vientos de amor.

    Las páginas que siguen guardarán, para mí, el recuerdo de las manos que se afanaron por acompañar la realización de este libro. El recuerdo de innumerables intercambios, misivas. De algunas confesiones: “gracias a esta convocatoria he vuelto a escribir”, “el tema me ha llamado a despertar”, “volví a recordar qué es luchar”, “ha sido un respiro en un país en donde la palabra se ahoga”…

    Frente a tal panorama, sólo puedo hacer votos para que la poesía latinoamericana persevere batiendo sus alas al infinito. Sea elixir. Continúe a nutrirse de nuestros valores latinoame-ricanos imperecederos. A cantar nuestras tradiciones. Lleve en alto nuestro estandarte: “resistir”.

    Porque resistir es vivir. Defender la vida. La propia y la ajena. Existir decididamente. Creer en la travesía. Apropiarse del mar. Dar cara a la tormenta. Templar las velas. Propiciar viento positivo. Amar.

    Resistir es luchar. Levantar los ojos. Respirar el horizonte. Proclamar que la luz existe. Aspirar a lo posible-imposible. Bregar para que lo bueno sea lo mejor. Amar.

    Resistir es persistir. Visitar la memoria y sus latitudes indecibles. Recuperar serenidad. Ojos. Visión. Renombrar los días. Superar la miseria humana. Amar.

    Resistir es andar. Avanzar sobre corrientes adversas. Conquistar los senderos del arcoíris. Redescubrir las llaves de la vida. Instalarse en la casa del mañana. Cerca de la braza en donde el alma florece y se realiza. Amar.

    Y para nosotros, quienes tenemos la palabra entre las manos, resistir es escribir. Levantar el verbo cuando el desequilibrio reina. El espíritu enflaquece. El cotidiano se torna negativo. El afán de prosperar decae. Resistir.

    Escribir. Cuando los ideales se angostan. La esperanza se ausenta. La saciedad material tiene su cumbre. Las sociedades sufren de caos-miopía-depresión. Resistir.

    Escribir. Desnudar la luz. Encumbrar la palabra tal un faro. Rediseñar el-día-y-la-noche. Rehusar el respirar al margen. Ensanchar el verbo-la-mirada. Resistir.

    Escribir en los senderos del campo. En la estela del mar. En el aliento de la libertad. Resistir.

    Soñé con este libro. Sí. Hoy, que se ha tornado en realidad, lo contemplo. Y no quisiera despertar. Es la mejor casualidad que el destino puso en mi camino. Un desorden de emociones al ritmo de palabras que llegaban sin cesar. Palabras rociadas del aroma de nuestras tierras. El misterio de nuestros paisajes. El eco de nuestros capítulos en fuego…

    Ahora, me gustaría que la colaboración, la complicidad, trabada con los 150 escritores que hacen este libro, fuese como el mar. Que desde la orilla se viese el principio, nunca el final. Quise destinarles un mensaje corto pero, este momento, quisiera dedicarles un libro. Un relato infinito que nos permitiese seguir juntos. Es asombroso lo lejos que parecíamos estar. Lo cerca que estábamos. La distancia no significa nada cuando la poesía significa todo.

    Hoy se levanta el después. Un aire dominical se instala. El puente en donde vivo entre Francia y América Latina se muestra indiferente al crujir del afuera. Me asomo al horizonte de nuestro libro. Advierto su palabra. Se revela inquebrantable. Intento retener su voz. Al menos el contorno de sus hojas. Mas emprende el vuelo en pos de su destino. Miro los colores de todos sus colibrís. El despliegue de su pasión. Vuelve un algo que se aleja. Lo visible-invisible. El tiempo se eleva con algo que se desmorona. Borro la amenaza del olvido. Su palabra debe continuar vital-alerta. Habrá quienes le presten un alma atenta. Quienes la acojan con buenos ojos.

    Personalmente, sólo me queda atrapar la fragancia de su historia para fortificar mis horas. La danza de una multiplicidad de plumas tornadas hacia el futuro. El tono de todos los poemas encumbrados en la curvatura de la aurora. Con la misma mirada. El mismo sombrero. Resistir.

    Tiendo mi anhelo sediento del paisaje. Cumbres-ríos-valles-senderos se han juntado alrededor de la esperanza.

     París, septiembre, 2019

     

    Rocío Durán-Barba. Escritora franco-ecuatoriana, es novelista, poeta, ensayista, pintora, periodista, Embajadora Universal de la Cultura. Una de las plumas más relevantes en el universo actual de la literatura latinoamericana (Claude Couffon). Es autora de más de 70 libros. Ha recibido innumerables premios.  www.rocioduranbarba.com

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