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 que su pensamiento e intereses han permanecido anclados en su país; y seguramente la actividad de editorialista de un cotidiano del mismo, que la ocupó durante más de quince años, la llevó a seguir con meticulosidad los eventos de esa región del mundo. “Muchas páginas que hacen parte de esta novela –me confesó un día- estaban escritas con anterioridad a este proyecto; surgieron de manera espontánea cada vez que un hecho patético azotaba a mi patria.”
  El resultado no es solo un gran libro de literatura, sino un acto valiente. Un llamado a recordar la historia, y un sacudón a la conciencia colectiva. Va más allá del discurso sobre algunos culpables o eternos inocentes. En este libro no hay inocentes, hay un repertorio de pecados capitales que corresponden a una realidad histórica camuflada, tergiversada o simplemente sepultada en los meandros de la mente y de los años. 
  El Loco o todos enloquecimos es un libro en el que prevalece la realidad contemporánea Latinoamericana. Ameno y delirante, insisto, pero cuyas ideas y profundas verdades, hacen pensar en ese anhelo luminoso y esperanzado que ha guiado 
   
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 a excelentes plumas de las letras con respecto a la responsabilidad de los intelectuales frente a sus países. Y no se puede olvidar la singularidad del estilo de Rocío Durán-Barba. Alucinado, alucinante. Un estilo muy personal que da fuerza irónica y atropelladora a los acontecimientos, y autenticidad implacable a los que los viven o provocan. 
 
 
 
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