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PRÓLOGO

pxEl Loco o todos enloquecimos es una sátira histórico-política; pero ante todo es la explicación de un presente descalabrado que hace alusión a un pasado. Es la historia de un país a través de cincuenta años de vida republicana que se empobrece a pesar de contar con importantes recursos naturales y élites dirigentes aparentemente calificadas. En este sentido es la pintura de una tragedia; pero también es la historia de una sucesión de hechos que se inclinan a provocar una especie de locura, algunas locuras distintas y hasta una locura colectiva. Hechos que, gracias a la destreza del manejo de los recursos literarios, se transforman en acontecimientos fenomenales e increíbles, delirantes y ante todo divertidos.
pxLa idea que sirve de eje a este relato es la obsesión de la ambición política, y el personaje que la encarna es “El Loco”, un afamado político ecuatoriano llamado José María Velasco Ibarra quien fue eterno presidente y dictador, dictador y presidente; y cuya influencia en la historia del país fue definitiva. Él hizo el trasfondo de la vida política del Ecuador a lo largo del siglo XX.





px“Vivía afiebrado por la política. Su obsesión por encarnarla-dirigirla lo colocaba fuera de todo lo razonable. Y, especialmente, lejos de los partidos, de los otros y de las realidades. Político de aquellos que identifican su vida con el Estado, con el pueblo, con la razón de existir de una nación, con el futuro del mundo. Él era el País. Su destino. Su presente. Y, sobre todo, su mañana.”

pxUn ser de talla maquiavélica, capaz de imponerse más allá de lo posible o comprensible. Prototipo de una clase de gobernante con el que han contado muchos países; y que continúa existiendo.

px“Gobernar un pueblo es intuirlo psicológicamente", decía. “Es interpretarlo. ¡Es recoger sus palpitaciones! Gobernar un pueblo es hacer vibrar a ese pueblo. Es orientar al País. ¡Sacudirlo! Dominar los fenómenos. ¡Triturarlos en la mano cuando se puede!”







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